sábado, junio 28, 2008

¿Qué pasó después de las cumbres?

De todo.

De acuerdo a mis planes, descansé todo el fin de semana luego de mi operación. Desde mi camita (lap top y tv) pude seguir con cierto afán lo que sucedía en el AL-CUE “mientras descansaba”. Me dio bastante gusto que la dichosa cumbre saliera bastante bien, en varios sentidos, aunque con el lamentable accidente de la policía femenina. De alguna manera, sentí que las molestias previas valieron la pena. Bien por eso.

El sábado siguiente me quitaron el parche que tenía en a nariz y el domingo me sentía lo suficientemente bien como para volver a mi rutina (clases y chamba por lo menos, gym not yet).

El lunes 19 volví a la chamba, con ganas de conquistar el mundo. Tenía un par de proyectos que arrancaban esta semana, otros dos que están esperando el disparo de partida y un par de presentaciones. Había contado con el apoyo de Giselle, una de las lindas practicantes, durante el miércoles de mi operación, así que todo estaba encaminado.

La semana transcurrió según lo esperado. Cositas por coordinar aquí, capacitaciones allá, problemillas por resolver, informes que preparar. La nota emocionante la puso Pancho con un datazo para pasear por Fiestas Patrias.

El martes estuve un poco fastidiada porque me empezaron a molestar las plaquitas (casi imperceptibles a la vista) que habían dejado en mi naricita (como parte del proceso de recuperación) a los lados del tabique. Resulta que conforme bajaba la hinchazón y mi nariz adoptaba sus dimensiones habituales, las plaquitas empezaban a lastimar la parte interior.

Eso fue soportable martes y miércoles, incluso ese día ya parecía que la espera hasta el jueves (día programado para retirar las plaquitas) no costaría tanto. De pronto, e irónicamente mientras la Peches comentaba lo mejorada que me había visto durante el día, de pronto sentí que algo no estaba bien (como diría Tula “oops… problemas”) y mi nariz empezó a sangrar.

Lo que al principio me hizo pensar en que podría aprovechar el incidente para acelerar el retiro de las “benditas” plaquitas fue, además de ello, horas de sangrado que parecía controlado por momentos y que luego se volvía desbordante.

El episodio llevó a mis padres a la clínica, los biológicos y HCH, tuvo a Natalia como conductora de ambulancias alrededor del golf y a la Peches fungiendo de jefa de enfermeras como si se tratara de una locación. Nadie me quitará jamás el recuerdo de la Peches dirigiendo médicos y enfermeras mientras yo apenas y me podía reír porque tenía la nariz ocupada (si, si, solo yo me puedo reír en medio de ese tipo de situaciones).

En líneas generales el tema era tal como lo sospechaba: la plaquita lastimó internamente mi nariz. Lo que no sospechaba es que cuando se te revienta un vasito nasal puedes estar casi tres horas perdiendo sangre en una clínica. No puedo negar que después de la segunda hora ya me estaba empezando a asustar y, por qué no, a desesperar.

Pero...¿Por qué estuve tanto tiempo así? Pues… porque por alguna política médica un “artista” no puede tocar el trabajo de otro. Según me explicaron, más que por un tema de reconocimiento a la autoría intelectual, es porque cada cirujano recuerda dónde puso los puntos y dónde acomodó lo que tuvo que acomodar. Y bueno, mi pobre otorrino estaba también con una lesión post operatoria, por lo que le costó llegar en menos tiempo hasta emergencia de la clínica ese día.

Obviamente, de vuelta a la cama. Pasé la noche en la clínica y luego regresé a mi casa a descansar unos días más. ESOS SI fueron catastróficos. Producto de la cantidad de sangre que había perdido, me sentía más débil que nunca. Ya mi familia no estaba en casa porque ¡vale! ya no habían feriados. Y por supuesto, NADA estaba encaminado en la chamba porque no había previsto que no estaría esos días. Sin contar que estaba perdiendo 3 días del curso de inglés (ya había perdido uno el día de la operación y el límite de inasistencias es 5)

Procuré descansar, pero entre que llegar a mi almuerzo me costaba una eternidad y quería hacer las cosas que me tenían preocupada, eso no pudo ser. El día que me quitaron el segundo parche, me dijeron que podía dar una vuelta por la calle, me fui a una misa y terminé mareada.

Volví a la chamba más por deber que poder. Recuerdo que el primer día subía a la pajarera y me daban mareos. No pude controlar al 100% mis proyectos, pero me sentía acompañada. Producto de eso, luego hubieron más problemas de los esperados. Fines de semana completos trabajando. Asumiendo el nuevo cursito nocturno en el INEI. Cumpliendo con las justas con familia y amigos (hubo otro matrimonio infaltable). Lo cual me generó más estrés y todo se fue haciendo más grande como la caída de una bola de nieve.

El pico imagino que estuvo entre la semana pasada y ayer. Qué colapso!!!! Anduve de un humor terrible, un nudo espantoso en la parte baja del cuello y náuseas (ese es síntoma clarísimo de que las cosas no andan bien). Ergo, me quité a mi casa a una sesión ininterrumpida de 13 horas de sueño.

Hoy recién me puedo sentar a contar la historia, y no me refiero solo a digitarla en el teclado, sino también al hecho de poder organizar y verbalizar todas las cosas que estaban pasando por mi cabecita y mi corazoncito. Ahora me declaro oficialmente de regreso.

Todo esto me hace recordar que por coincidencia o lo que sea, Junio siempre es el peor mes del año. Haciendo memoria, los últimos 4 años el mes de Junio siempre fue difícil, por no decir espantoso.

Afortunadamente falta nada para Julio. Se activan varias cositas interesantes y empieza la cuenta regresiva para el ansiado cumpleaños número 28 ;).
Faltan 26 días….