martes, enero 30, 2007
Confieso que aún no me termino de ubicar en la nueva etiqueta. Obviamente no es un intento de negación ante el inevitable paso del tiempo, pero si responde a la internalizada costumbre de ser siempre “la menor”.
Cuando en el nido se me ocurrió dejar a los conejitos (salón de 3 años) por los pollitos (salón de 4 años) no imaginé, supongo que mis padres y profesores tampoco, que una travesura de infancia terminaría por crear toda una tradición en mi vida.
Luego de aquel episodio mis padres pensaron que al llevarme a un colegio más pequeño no tendría tantas opciones de “migración”, porque los profes me prestarían mayor atención y bla bla bla, pero se equivocaron. El viejo pretexto de “¿puedo ir al baño?” fue suficiente para que pudiera abandonar el salón de kindergarten y me instalara en el primer grado.
El nuevo colegio, con sus impresionantes y modernos métodos de enseñanza, sugirió “Bueno, dejémosla algunos días, ya se aburrirá”.
Se equivocaron, a los tres meses tuvieron que llamar nuevamente a mis padres porque ya había resuelto un trimestre con mejores notas que muchos de mis compañeritos del salón.
Así, empecé primer grado a los cuatro años. En realidad solo estuve adelantada un año, pero como mi cumpleaños era en julio, durante la primera mitad la mayoría de mis compañeros de clase me llevaban dos años. Sin contar a los repitentes, por “x” motivo, con los que la diferencia era aún mayor. A partir de allí siempre estuve rodeada de chicos grandes, lo cual tuvo sus pro y sus contra.
En los primeros años, mi pequeña estatura era más notoria y me convertí en el punto de los niños de la clase. En cuarto de primaria, dejé el colegio mixto e inicié mi camino a la adolescencia en un colegio de mujeres. A los dos años, medio salón empezó a estrenar formadores, y entonces, yo no tenía nada que formar, jeje.
Hacia primero de secundaria todas disfrutaban de muchos permisos que yo no. Algunas empezaban a gilearse niños e ir en grupo al fenecido Centro Comercial Camino Real, etc, etc. Creo que lo más traumático fue el tercero de secundaria en aquel colegio de monjas, cuando empezó la tanda de quinceañeros.
De hecho la apariencia infantil que aún me acompañaba no era una excelente carta de presentación para los inquietos adolescentes que asistían a tales fiestas. Pase algunas noches bailando solo con el hermano de mi mejor amiga, por quien moría y un par de años después sería mi primer novio :D
En la universidad fue lo mismo. Cuando entré a EEGGLL tenía quince años y hubo gente que no me creyó. Fue necesario mostrar la partida de nacimiento, porque ni libreta militar tenía. Otra vez la menor del grupo que asistía de colada, y con toda la intención de escabullirse de los VIP, a los ladies night de La Rumba.
En facultad se repitió la historia, incluso
con más roche. La primera promoción de Comunicaciones PUCP no solo reunía a quienes habíamos ingresado en 1996-I, sino también traslados externos e internos cuyos alumnos llegaban en algunos casos a los 28 años, cuando yo tenía 18. Conclusión: volví a ser “la” bebé.
Incluso en mis trabajos, hasta que llegué a Conecta. Donde mi condición de tía no solo se debe a una cuestión cronológica sino de “usos y costumbres”. Me explico.
El motivo de este post se originó cuando estaba escuchando con toda tranquilidad “killing me softly” de Roberta Flak y alguien por allí pregunto “¿no tienes la versión moderna?”. Plop! A mi también me gusta la versión de The Fugees y Lauryn Hill, pero para escuchar prefiero música setentera y ochentera. ¿es aquello un pecado acaso?
Así, detalles como recordar qué cosa es un “choco punch”, el rostro de Miguel Grau en el billete 5000 intis y el de César Vallejo en el de 10000, no han ayudado mucho a recordar que hay gente mayor que yo es esta oficina.
La gota que colmó el
vaso fue cuando empezó a sonar “Step by step” de los New Kids y yo recordé que entonces estaba en sexto de primaria, 1990; pero mis compañeros estaban en cuarto, tercero y hasta segundo de primaria. Allí comprendí que aunque mi DNI diga 1980, viví como si hubiera nacido en el 78.
Mi justificación inmediata, y completamente cierta, fue que tengo primos diez años mayores que yo y muy buena parte de mi infancia prácticamente conviví con ellos. Entonces aprendí a escuchar su música, jergas y demás; pero creo que no fue suficiente. A pesar que algunos días toneo con Tego Calderón, Wisin y Yandel, Rakim y Ken-y, gracias a los primos diez años menores que yo. Ya fui.
Como ustedes comprenderán, después de haber sido toda la vida, la menor del grupo, cualquiera que fuera, pasar a ser “la tía” es algo a lo que no me resulta fácil acostumbrarme.
Aún sigo sorprendida.
sábado, enero 13, 2007
Hace un par de años, Deborah y yo, en una de nuestras reflexiones durante uno de los tantos respiros espirituales que tomábamos debido al hastío que nos provocaban varios sucesos en nuestras vidas, llegamos a una conclusión: la clave de la felicidad femenina está en tener “un novio bonito y un trabajo decente”.
Incluso obteniendo sólo uno de estos puntos sería más fácil anclarse en algo y poder sobrellevar el otro y todos los demás que no funcionaran en nuestras vidas.
Antecedentes
Aquel 2004, debo reconocer, fue una total mierda para mí. Mi agencia afrontó su última crisis financiera, aquella que provocó su disolución. Tuve un par de trabajos monses de corta duración, los que me llevaron a iniciarme como freelance completamente en contra de mi voluntad y permanecer en ello casi la mitad del año.
En lo romántico, me reenfrasqué en dos relaciones-refrito que ya entonces eran historias que debían estar cerradas, lo que provocó una doble frustración. En algún momento las historias se entrecruzaron, hubo una propuesta de matrimonio, una manifestación de voluntad de convertirse en “el amante”. En resumen, toda una novela brasilera.
A eso le podemos sumar una crisis familiar, producto de todo lo anterior, que terminó de sumergirme en una de las mis más profundas depresiones. Deborah atravesaba otros dramas laborales, románticos y familiares, también. Recuerdo que ese año nos apoyamos mucho, fuimos la una el soporte de la otra.
Etimología
Pero, ¿Qué es un novio bonito?
Cómo es, qué hace, de dónde es, a qué dedica el tiempo libre…
Pues es tan variable y adaptable como mujeres existen. En algunos casos puede tener determinada apariencia física, determinada personalidad, etc; el punto es que sea una persona honesta, de sentimientos sinceros, que nos haga sentir que realmente tenemos una pareja: no un hijo engreído, no un padre represor, no un ente distraído que se sienta al costado. Todo lo demás es accesorio: edad, carrera, familia, amigos, aficiones y bla, bla, bla.
¿Qué es un trabajo decente?
Aquí la cosa se pone más complicada. Sobretodo si tomamos en cuenta que la convivencia con “novios potenciales no bonitos” tan solo está amparada en lo cotidiano, es decir en usos y costumbres sociales. En cambio, la convivencia con “trabajos potenciales no decentes” incluso se encuentra amparada, gracias a la libre interpretación, por algunas de las leyes laborales de este país.
A decir verdad, no debería ser tan difícil. Encontrar un lugar donde cada una de nosotras pueda desempeñarse en su carrera recibiendo un trato justo como persona y profesional, horarios razonables, sueldos acorde con las responsabilidades y la experiencia, pagos puntuales, un ambiente saludable, sin jefes y/o compañeros acomplejados, entre otros. Ok, ok, aquí nos pusimos más exigentes, pero es “lo justo”.
Hechos Clave
El grupo
Con estos fundamentos, Deb y yo quisimos compartir un poco nuestra reflexión y formamos nuestro grupo en el, entonces novedoso, Hi5. Con el tiempo se nos unieron algunas amigas y algún amigo, que luego se retiró por falta de quórum de testosterona; intercambiamos algunas reflexiones y luego quedó allí, destinado a adornar algunos perfiles que solo se suscriben a los grupos para tener nombres originales en sus listas.
La sorpresa
Hoy, como administradora, recibí la suscripción de un nuevo miembro y volví a revisar el tablero de mensajes. Entonces, encontré esto:
“Es hora…
de empezar a mover esta liga, pues sus miembros han guardado silencio por mucho tiempo, claro desde que la fundadora y mi Diosa Sarcástica favorita Lady Guardamino, encontró al príncipe azul que la rescatara de las garras del escepticismo en el que ahora yo me encuentro sumergida, pues nada se dice aquí...
ni que decir del trabajo perfecto para ella en el que ya se desenvuelve como pez en el agua. Ni modo, ocurre en las mejores familias...
de repente un día el mejor espécimen del ganado es elegido por la voluntad divina para probar un poco-mucho de aquello de lo que siempre ha blasfemado.
Jejeje...
sabes que estoy feliz por ti amiga, pero en vista de que en estos momentos te encuentras temporalmente “fuera de servicio”; me veré en la obligación de sucederte. Besos y ojalá no sigamos perdiendo a otros miembros.”
By Giannina
Según mi querida amiga, me he convertido en la confirmación de mi teoría, o mi blasfemia. Bueno pues, no lo puedo negar, tengo un novio bonito y un trabajo decente, dos años después. ¿Ya tocaba, no?
Tal vez sea tiempo de dar paso a las nuevas generaciones, pero siempre recordando las sabias palabras de mi tío Héctor “todo tiene su final, nada dura para siempre”.