Hace un año y medio me enfrenté a un análisis horrible: Tenía 172mg/dl de triglicéridos (cuando los valores normales están entre 60 y 150). ¿Cómo lo logré? Con mucha irresponsabilidad: comiendo seguido a deshoras, alimentos altos en grasas saturadas, muchos de ellos pasadas las 10 de la noche y acompañados de bebidas con sodio.
Me derivaron al nutricionista. En la primera consulta me advirtieron que tomar medicamentos podría tener un efecto rebote y que lo más sostenible en el tiempo era cambiar los hábitos alimenticios. Así que el camino corto quedó completamente descartado.
Con mucho esfuerzo y disciplina pude regularizar la cantidad de grasa que tenía en la sangre. Fueron tres meses intensos, en los que conocí no solo las propiedades de todas las frutas y verduras que agregaba en mi ensalada, sino también en el impacto que estas generan en el sueño, la energía y la salud. Obviamente, a partir de allí, mi dieta cambió.
Pero esto me sucedió a los 35 años y después de un diagnóstico médico. Recién allí me ocupé por leer las etiquetas de los alimentos envasados que consumía; recién me preocupé (además de carbohidratos) en proteínas, fibra, sodio, grasas saturadas y demás; recién descubrí, por mi experiencia y la investigación de mi tesis de maestría, que alimentarse saludablemente es complicadísimo: por tiempo, oferta, precio y sobre todo por ausencia de información.
Me pregunto ¿Es razonable preocuparse por lo que comemos recién a esta edad? ¿Es lógico preocuparse por la dieta solo meses antes del verano y con el único objetivo de bajar de peso? ¿Es justo descubrir que tu cuerpo no recibe la cantidad y variedad necesaria de frutas y verduras durante años? ¿Es justo descubrir que necesitas un presupuesto adicional?
Creo que no lo fue para mí y no lo es para nadie (y los míos fueron first world problems).
Por innumerables factores, en nuestro país, la nutrición y buena alimentación son temas por trabajar. Estar bien nutrido NO es comer abundante, NO es comer solo verduras, tampoco es NO comer grasas, NI consumir solo un tipo determinado de alimento. TAMPOCO está asociado, necesariamente, a contar con más presupuesto
En el 2013, el Estado le prestó atención a este tema y se aprobó la Ley 30021 “Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes”. No es perfecta, pero tiene como primer mérito poner el tema en discusión.
Sin embargo, después de tres años aún no puede entrar en vigencia porque no se promulga su reglamento, publicado en la página del MINSA http://www.minsa.gob.pe/index.asp?op=10, justamente el que define con claridad: qué es comer saludable (atención con el anexo) y cómo el Estado supervisará el tema.
Hoy se necesitan 1000 opiniones favorables para aprobar el reglamento. Puedes revisar la ley en ftp://ftp2.minsa.gob.pe/normaslegales/2016/RM_524.pdf y enviar comentarios al mail webmaster@minsa.gob.pe con el asunto Documento de Referencia: RM 524-2016/MINSA.
Y es que el peruano no solo tiene derecho a comer rico, también tiene derecho a comer bien.
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