Hace algún tiempo, alguien me floreó acerca de la influencia que tenía la luna en sus ciclos anímicos. Para alguien que recibe su biorritmo y horóscopo diariamente como yo, esto no debería ser algo tan lejano e increíble, sin embargo me resistía a creer que fuera tan determinante en la vida de cualquiera.
No se si lo usaba como excusa o algo así, el tema es que la luna llena lo volvía retraído o más centrado en sus cosas que de costumbre. A mi no me generaba ningún problema y sencillamente lo dejaba ser. No me hacía problemas.
Este personaje tuvo la precisión (no sé si buena o mala) de enviarme un mensaje cerca de la 1pm del miércoles 20, día del dichoso eclipse lunar, del cual había tenido noticias tan solo horas antes.
“Provecho con el eclipse lunar, mi estimada bruja”, decía.
En ese preciso instante sentía que mi semana estaba marchando definitivamente mal. Si bien estaba con una carga considerable de chamba, en esta ocasión estaba particularmente malhumorada. Cosa poco usual en mí, que solía ser de lo más conciliadora y soluciona-problemas, sobretodo en la oficina. Me encontraba de lo más irritable.
Ahora que lo pienso, hubo un día hace un par de semanas donde se dio un problema de origen de mal humor, analógico al huevo y la gallina, en este caso, la chamba o la casa.
No se si se debía a que aún no consigo malevojato, o que llevo casi un mes sin salir de Lima el fin de semana (algunos en la oficina, por cierto – y no hay cosa que más deteste en el mundo que sacrificar mis fines de semana del verano).
Tampoco me queda muy claro si el origen tiene que ver con la cantidad inusual de problemas en mis proyectos, algunos porque se me pasó un detallote, o porque una serie de pequeños detalles se les pasaron a otras personas (algunas por inexperiencia y a otras por simple –y frustrante- desinterés). Tal vez tenga que ver la frustración de un proyecto que involucró mi trabajo de 9 meses por contratar a un mal proveedor.
Pero el show debía continuar y uno de mis grandes “relajantes” es la vida social. Ya había mencionado en un post anterior que las medias escondidas empezaron a saltar de los cajones, y bueno hubieron algunas salidas, celebraciones del día del pisco, gente nueva, gente antigua, etc.
Así terminé en el cumpleaños del 14 de febrero. Plantada por un lado, pero con una ilusioncilla por el otro. Lamentablemente, el exceso de chamba y mi stress desbocado provocaron que no prosperara. Ni modo. (aún escucho a Juanes por eso, ya se me pasará).
En aquel estado de desazón recibí ese mensaje, que de haber llegado en otro día y en otro minuto específico me habría dado tanta carne para rebanar, ofender, destrozar, ridiculizar y prácticamente destruir a su remitente. Pero no.
No corrieron igual suerte otros correos, no tan anónimos y altamente ofensivos que llegaron a mi blog y a mi correo, que sencillamente respondí utilizando, siempre con total finura y de frente, todo el filo de mi espada. No me siento orgullosa de mi reacción, pero tampoco me arrepiento. Mi paciencia tiene un límite y este otro remitente merecía cada una de mis palabras.
Lo anecdótico es que esos correos sirvieron para garantizar que alguna amiga mía abandonara completamente la idea siquiera remota de pelearse conmigo algún día. Don´t worry my dear, yo te quiero, aún (muaaaaajajajaja).
Tal fue mi descontrol con los sucesos alrededor que propuse una salida con este personaje, que aún no se si fue conveniente o no, inteligente o no, pero si altamente catártica. Sobre todo si consideramos que esa misma noche recibí la llamada de mi terapeuta comentándome que estaba enferma y que no tendría la consabida cita de los jueves.
Entonces, no tenía muchas opciones.
Pasamos el eclipse "juntos". No vimos a ninguno de los astros involucrados. Lo positivo es que descubrí algunas cosas que me provocaron bastante tranquilidad, en medio de todo el malabar necesario para mantener el equilibrio de mis otras preocupaciones y minimizaba la sensación de que todo estaba de cabeza.
Finalmente, luego de unos días el cuerpo dijo “STOP”: Domingo 9pm no me podía mover. Me encontraba con una contractura muscular en la espalda que me obligó a pasar dos días en cama y a inyecciones tres días seguidos. Motivo por el cual recién me puedo sentar (porque ni eso podía) a escribir el post respectivo con la esperanza de que todo este maldito ciclo lunar haya llegado a su fin y las cosas se decidan a andar por la viña del señor.
Ya pues lunita...
(solo para recordar buenas épocas universitarias - Fuerza Comunica)