domingo, abril 13, 2008

¿Por qué existen los domingos?

Los domingos me resultan particularmente aburridos.


Ahora que hago memoria, creo que los odié toda mi vida, salvo contadas épocas de honrosas excepciones. Las malas que recuerdo de la infancia traen a mi mente sendos esfuerzos por convencer a mis viejos antes del desayuno para hacer algo interesante durante el día, lo que algunas horas después terminaba con regresar temprano de la casa de la tía (y los primos) que nos acogía ese día porque al día siguiente había que ir al colegio.

Hoy por hoy no tengo que convencer a mis padres, por lo menos no para que me lleven o me den permiso para ir a ningún sitio; pero se mantiene la constante de buscar compañía para hacer algo interesante. En los casos que no se encuentra la historia es más o menos similar.

Generalmente paso toda la mañana dormida, la mayoría de veces recuperándome de la juerga de la noche anterior. El gym es un opcional: si no salí la noche anterior voy temprano, si queda algo de energía después de la juerga lo visito al mediodía, de lo contrario nos vamos de largo hasta el almuerzo.

El domingo ES el día del almuerzo familiar. Los horarios confluyen a las 2:30pm y nos sentamos los cinco (papás, hermanos y yo) a degustar lo que el destino nos haya deparado. A veces hay sorpresas suculentas, otras más bien resaltan por su sencillez, que en algunos casos llegan a la simplicidad extrema.

La comida me marca demasiado (no solo en los rollitos). No lo puedo evitar. Un buen desayuno, un buen almuerzo, un buen dulcecito de media tarde, una cena maravillosa, un buen vino, definitivamente influyen en mi estado de ánimo en lo que quede de tiempo hasta la siguiente comida / bebida.

Eso me predispone a la consabida conversación familiar post-almuerzo. Los tópicos son cuatro o cinco que se alternan y combinan a lo largo de las semanas. Unos me resultan en extremo incómodos y el resto bastante tolerables. Afortunadamente en ocasiones van matizados de las bromas de papá o de alguno de mis hermanos. Mamá no hace bromas, es la única que no incluye las ironías en su sentido del humor. Ni modo.

Luego la larga tarde. Una interminable lista de “deberías” que se me pierden en la lap top. Buscando tal vez alguna info divertida en Internet, algunas descargas de canciones para la colección o el brainstorming para algunos post (muchos de ellos no ven el click de “post” sino hasta muchas semanas después), chatear con algunos amigos, ordenar mentalmente pendientes (laborales, sociales, personales) para la semana. Pero no me siento nada productiva.

De hecho tener el escritorio tan cerca de la cama (y es que cuando digo tan cerca, es REALMENTE tan cerca) es una invitación permanente a regresar a los brazos de Morfeo.

Allí viene el producto de mi frustración. No quiero hacer nada, pero siento que debo. Aunque por otro lado estoy demasiado desconectada como para hacer algo realmente significativo. En cierta forma la presión de “el informe es para mañana” por lo menos me da el push inicial para arrancar y luego de 20 minutos nadie me para. Solo que… cómo cuesta calentar esos VEINTE minutos!!!!

Así llego a casi las 7 u 8pm en la que, tal vez por la noche, me inspiro un poco más y puedo aunque sea articular algún pensamiento coherente. Sin embargo, para entonces ya no me queda nada de domingo. Entonces ¿por qué no lo desaparecemos?

Por cierto el hallazgo de hoy fue el baile del "chiki chiki". Si quieren más info chequeen telúrica. Dios nos guarde para que esto no llegue a discotecas y matrimonios como el pegajoso “Claro que te clavo la sombrilla”




P.D.: ¿Ven? Después de 20 minutos ya puedo articular algo… aunque sea.

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