lunes, enero 25, 2016
¿Amor? ¿Retorcido? ¿Encantador? ¿Por qué no?
Para nadie es un secreto que amo a David Tennant. Lo conocí casi desde que se convirtió en el décimo Doctor y lo amé.
Era evidente que vería Jessica Jones. Lo hice con rito, paciencia y devoción, la primera vez; y con algunas tiernas interrupciones, una segunda. Llegué al capítulo 8, y las dos veces terminé con los mismos sentimientos encontrados.
"Bienvenida a casa, Jessica Jones"
Kilgrave está evidentemente trastornado, pero no deja de ser adorable en algún sentido. Digo, le trajo de vuelta a su "amada" el lugar con sus recuerdos más felices. Buscó las fotos de la casa, de la época de la adolescencia de Jones, que además le pertenecían a la agente inmobiliaria. Se tomó el trabajo de mirar con lupa los CDs que aparecían en la habitación y encontrarlos, de conseguir el mueble de la sala en una tienda que ya no existe, incluso de reproducir las fotos familiares. Es impresionante.
Sí, es obsesivo, sí, también es manipulador; pero no por ello menos dulce. De hecho, es una versión distorsionada del detalle y del sacrificio por el otro - no olvidemos que renuncia (para todos hasta ese momento) a la posibilidad de controlarla, porque quiere que ella elija.
"Yo sabía que no habías venido por amor. No estoy delirando, soy optimista"
Y ella no es indiferente. Hay cierto agradecimiento en la nostalgia de Jessica, aunque solo pretenda estar concentrada en su objetivo. Y es que hasta la más dolida de las mujeres puede reconocer los gestos ¿no?
Creo que se trata un poco de abrirse a lo alternativo y encontrar el encanto de lo distinto. Podríamos encontrar cositas como ésta:
Donde, no sé tú, pero yo le invito un chilcano.
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